Entre los muchos retos a los que se enfrenta la industria de la movilidad eléctrica, la creación de baterías más eficientes y con mayor autonomía es uno de ellos. Sin olvidar la respuesta a la pregunta de ¿Qué hacemos una vez ha finalizado su vida útil?
Nuestro sector, el del foodtech podría dar respuesta a estos desafíos y de una forma por la cual se nos empieza a reconocer. El reaprovechamiento de subproductos. En concreto te hablo de lo que queda después de elaborar vino y café. Sus residuos pueden alimentar una nueva generación de baterías eléctricas. Y su desarrollo no es ni tan lejano ni tan utópico.
¿Cómo te explico de forma muy breve y fácil de entender el funcionamiento de una batería eléctrica? Para empezar y terminar decirte que el elemento principal para su funcionamiento es el grafito. Un mineral que requiere de muchos recursos para su extracción y aún más para su procesamiento. Altas temperaturas y ácidos muy contaminantes además de que el 60% del grafito se pierde durante este proceso con el fin de lograr su máxima pureza. Todo esto hace que la fabricación de baterías eléctricas sea una actividad no especialmente sostenible.
Investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia acaban de desarrollar y patentar una nueva tecnología que permite la utilización de ácidos procedentes de los deshechos del café y el vino para la creación de baterías eléctricas para vehículos. Por un lado, el ácido tartárico, presente de forma natural en las frutas y el ácido málico procedente de la elaboración del vino permitirían sustituir el grafito por una biomasa vegetal capaz de almacenar energía. Los investigadores de esta Universidad han logrado crear una batería del tamaño de una moneda. Por el momento han logrado almacenar 3 Gigavatios de energía con varias de estas baterías conectadas en línea aunque su objetivo y creen que son capaces de hacerlo, es lograr llegar a los 22 gigavatios en 2030. Un objetivo realmente muy ambicioso.
Estos mismos investigadores australianos también han utilizado residuos procedentes del café para la fabricación de electrodos para las nuevas baterías de vehículos eléctricos. Para ello han fabricado una batería de litio-azufre (Li-S) con una capacidad diez veces mayor que las actuales baterías de iones de litio. Aunque a diferencia de la biomasa vegetal que describía antes, esta tecnología no está tan avanzada y depurada ya que todavía presenta un problema crítico que es la inestabilidad de los compuestos de azufre en los electrodos de las baterías. Estas disminuyen su efectividad a medida que se cargan y descargan. Un problema que se encuentra en fase de resolución y promete estar solventado en apenas 3 años con el fin de ofrecer una eficiencia del 98% incluso después de 100 ciclos de carga y descarga de la batería.