Un equipo internacional liderados por investigadores del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora (CSIC – Universidad de Málaga) y el Instituto de Ciencias Materiales de Sevilla, han convertido subproductos del tomate en una laca biodegradable para cubrir el interior de latas de bebidas y envases metálicos destinados a alimentación.
La materia prima es el residuo resultante de la elaboración de gazpachos, salsas o zumos de tomate. Pieles, semillas y algo de pulpa se someten a un proceso de hidrólisis, es decir, se elimina cualquier resto de agua para quedarse con la grasa vegetal. Esta grasa se mezcla con etanol y el resultado es un fluido sometido a calor y que aplicado directamente sobre el metal se adhiere de forma indeleble.
Esta nueva laca es hidrófoba, es decir, repele el agua y presenta una alta capacidad anticorrosiva frente a la sal y líquidos alcalinos. Una excelente alternativa a las lacas sintéticas actuales con un alto contenido en bifenol A, más conocido como BPA cuyo uso es perjudicial para la salud si se ingiere.

Desechos de tomate para latas de conserva