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Flexitarismo… ¿una moda pasajera?

Además del fútbol, la política y la música… existe otro tema que polariza a partes iguales y es la alimentación. Por un lado los «carnívoros» que no entienden a los veganos o vegetarianos y tratan de buscar los argumentos que demonicen su dieta. Por otro lado los veganos y vegetarianos que hacen lo mismo pero a la inversa. Y en el medio se encuentran un grupo de población (entre los que me incluyo) que deciden reducir el consumo de carne y productos de origen animal pero que tampoco tienen intención de eliminarlos drásticamente. Los llamados flexiterianos.

Esto, como el CIS, va de según quien haga la encuesta pero estudios de cierta credibilidad como el elaborado por la propia UE en 2021 en el contexto del proyecto «Smart Protein» constató que un 30% de la población europea podría considerarse flexiteriana y que la tendencia iría en aumento. Pero esta misma semana, HealtFerm, un consorcio de investigación financiado con fondos UE y con intereses en la alimentación plant-based publicaba otro estudio en el que contradice esta supuesta tendencia al alza. Tan sólo el 16% de los europeos se identifican con esto del flexitarismo y a la baja.

¿Y a quién le hacemos caso? Si consultamos los datos, por ejemplo de la web de Statista, públicos y con acceso universal, vemos que el consumo de carne per cápita no ha hecho más que aumentar (y sigue haciéndolo) desde 2022 y se prevé que siga haciéndolo hasta por lo menos el año 2028. La web distingue entre carne fresca y carne procesada. Los crecimientos son mucho más altos en la primera categoría que en la segunda y se estancan e incluso reducen en las alternativas vegetales a la carne.

Entre los países con más flexiterianos tenemos a Alemania a la cabeza con casi un 30% de su población, seguidos de Francia, Suiza y Bélgica con un 20% y finalizando con Rumanía y Finlandia con apenas un 6% (según datos de HealtFerm) además un menor consumo de productos de origen animal se asocia a un grupo de consumidores con mayor nivel educativo y socioeconómico.

Dentro de este análisis cabe destacar el consumo de lácteos que podemos poner totalmente aparte. El consumo de leche líquida desciende en toda Europa algo más de un 1% (consumo de 22.100 millones de Toneladas) quizá derivado del descenso de granjas destinadas a este recurso pero aumentan los consumos de derivados como natas y quesos según informes de Agrapol (Asociación de Ganaderos productores de leche).

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