Una fruta realmente rica y muy versátil en cocina. Aporta grasas cardiosaludables, carbohidratos con un índice glucémico bajo y proteínas (pocas) de calidad, entre otros nutrientes pero no he venido aquí a hablarte de las propiedades del aguacate. Además de ser super instagrameable, raro encontrar un desayuno, merienda o cena en el que no esté presente algo verde proveniente del aguacate en RRSS, comienza a ser un problema. Un problema medioambiental y si nos ponemos, también ético.
La demanda de este fruto se ha disparado a un 600% anual desde 1998 en prácticamente todo el mundo. Queremos aguacate y lo queremos ya. Su cultivo se centra principalmente en México, Colombia, Venezuela y Brasil y en estos países comienza a ser un problema más que un solución para sus economías.
Tan sólo en México, se desforestan ilegalmente 10.000 hectáreas cada año para el cultivo del aguacate. Y dan igual las políticas de certificación o trazabilidad, a EEUU y Europa llegan toneladas de aguacates cultivados de forma sostenible y sobre todo de forma NO sostenible. Pero el problema es aún mayor. Cárteles de la droga y otras organizaciones ilegales se han dado cuenta del lucrativo (y menos arriesgado) negocio que supone el cultivo del aguacate. Estos cárteles se apoderan de terrenos y emplean mano de obra esclava para sus propósitos.
De todo el consumo global de aguacate, un tercio, es decir más de 2 millones de toneladas provienen de México. Una oportunidad para revitalizar zonas deprimidas económicamente se está convirtiendo en auténticos territorios sin ley donde se tala de forma incontrolada y donde las mafias reinan a su antojo. Tan sólo un 10% de las empresas exportadoras de aguacate al resto del mundo, se han adherido a algún tipo de certificación que avale el uso de prácticas agrícolas sostenibles y legales.

El cultivo del aguacate es un peligro medioambiental