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Proteína que se elabora con "aire", más promesas que realidad.

Proteína que viene del aire… ¿realidad o fake?

Difícil de escalar y casi imposible de vender.

Con este post ya son tres veces o cuatro que hablo de una nueva tecnología capaz de crear una proteína utilizando gases. Solein, Fazer, Solar Foods... son varias las startups capaces de lograr un sólido comestible gracias a la fermentación gaseosa de bacterias en combinación con diferentes gases e incluso electricidad.

Desde luego que no se trata de un fake pero tampoco se puede hablar de que hayamos logrado llegar al maná, ese alimento milagroso y eterno que caía del cielo según la Biblia. Las dificultades por las que se encuentran las empresas y startups que han elegido esta tecnología no son pocas y algunas ya comienzan a quedarse por el camino como la austriaca Arkeon, promesa europea del sector y que se ha declarado en bancarrota.

Sobre el papel todo suena realmente bien. Proteína prácticamente ilimitada sin necesidad de animales ni tierra agrícola y como se necesita CO2 podemos hablar hasta de sostenible y buena para el planeta. Pero nada más lejos de la realidad. La tecnología para lograrlo es cara y no está del todo desarrollada, su escalado es un gran problema, no existe todavía un mercado para este tipo de proteínas, a nivel administrativo todavía no es legal y el retorno económico para sus inversores, incierto.

Sin embargo las startups que actualmente continúan en la carrera de la fermentación gaseosa son optimistas ya que ven que su escalado y viabilidad económica son posibles a medio plazo. Una de ellas es la holandesa Aerbio que ya cuenta con dos instalaciones en Europa (una en Países Bajos y otra en Dinamarca) con capacidad para producir una tonelada diaria de su principal ingrediente, Protón. Una proteína elaborada con CO2.

Y aquí puede que esté la principal causa del éxito o fracaso de esta tecnología. La obtención de una materia prima barata y en grandes cantidades. Por el momento el hidrógeno verde es una promesa pero no una realidad y el CO2 del aire, que es muy abundante pero muy caro. Así que hay que optar por CO2 residual procedente de la actividad industrial o incluso, se baraja, el aprovechamiento del CO2 natural que se desprende de una actividad volcánica, como es el caso de Islandia donde es muy abundante.

El futuro de estas proteínas es prometedor y apasionante pero no estamos a menos de 8 años de lograr un producto viable y económicamente interesante. Veremos.

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