Los jóvenes prefieren propuestas más creativas con toppings y mezclas diferentes.
El café aburre tal y como lo entendemos los que ahora peinamos canas, los cuarentones para arriba, entre los que me incluyo. El ritual matinal de café, churros y periódico está en claro peligro de extinción.
A la generación Z (los nacidos entre 1995 y 2010) les gusta el café, pero no como a ti o a mí. Para ellos el café es tan sólo un ingrediente más, no el protagonista. Sus bebidas en las que hay algo de café son más creativas y placenteras y, lo siento puristas, con mucho azúcar. Y no lo digo yo. Me baso en un estudio denominado «National Coffee Data Trends Speciality Coffee» de 2024 (búscalo en Google).
En la búsqueda de experiencias más memorables, el café no puede ser menos. ¿Una aburrida taza de café con leche? No, al café hay que meterle cosas y colocarlas de forma visualmente atractivas. Los colores, no naturales en el café, son muy deseables y los toppings, más propios de los helados, también toman protagonismo.
Así que esos templos del café que son las cafeterías de especialidad donde además de un buen café, puedes «disfrutar» de un poco de cultura cafetera genuina no son el sitio donde encontrarás de forma genérica a los Z y Millenials. Estos valoran más la experiencia y menos el café. Y con esto no debemos rasgarnos las vestiduras y comenzar a gritar, recuerda como te relacionabas tú a su edad y que era lo que bebías.
Cada uno degusta el café como le sale. Y algo bueno de todo esto es la enorme flexibilidad (que no tenemos ni tú ni yo) a la hora de degustar el café. Le quitan seriedad y se relacionan de una manera diferente, más abierta. Esto dará lugar, para los profesionales del sector, a fermentaciones, tuestes, blends, recetas… diferentes, más diversas y porqué no, ricas.