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Snacks con mucha psicología… y también algo de ciencia.

No, no me voy a poner intenso ni profundo en este post, así de repente. Pero es que hay muchas horas de profunda reflexión y trabajo para llegar al ¿Cómo vender un snack? No es un alimento de primera necesidad y tampoco, por norma general, es demasiado saludable. Pero nos encantan y no concebimos una película, un partido o un momento de ocio sin ellos.

Detrás de lo que aparentemente es una sencilla patata ondulada, una bolita con sabor a queso o una palomita de maíz hay una compleja red de reacciones por parte de nuestros sentidos (vista, gusto, olfato y tacto) que construyen una experiencia, satisfactoria o no.

Hace menos de un año, una importante firma de snacks realizó un estudio en UK al respecto del sector. Los resultados fueron sorprendentes porque arrojaban que un 67% de los británicos preferían snacks poco saludables (con mucho azúcar y/o grasas trans). De este porcentaje, el 16% se sintieron felices con la experiencia y un 43% muy felices y con ganas de repetir; un 22% con un sentimiento de culpa y un 19% definitivamente arrepentidos. Que cada uno saque las conclusiones que quiera pero un 59% de los consumidores de snacks son felices con su decisión de compra. Por lo menos en UK.

La relación entre el consumidor y los snacks comienza mucho antes de que se lleve uno sólo a la boca. El tiempo que una persona tarda en decidir si comprar o no un producto de indulgencia es corto, muy corto. Entre 7 y 13 segundos y la decisión se toma casi de forma inconsciente e impulsiva. Por tanto toma especial importancia el packaging y el emplazamiento del producto.

Una vez que el consumidor ha comprado lo siguiente, en orden de importancia, es la textura. Se espera de un snack que sea crujiente ya que el ruido (y medido exactamente) provoca satisfacción. Si hablamos de un snack dulce tipo barrita o bizcochito este tiene que ser suave y masticable sin dificultad ya que evoca, a nivel psicológico, comodidad y relajación. Por eso las galletas con chips de chocolate no son demasiado populares. ¿Blandas y con tropezones duros? No pega.

El siguiente paso, es el sabor. El rey. Sin un buen sabor no hay nada que hacer. Sin embargo es la parte más sencilla de la ecuación. Es relativamente fácil enganchar al cliente y que elijan nuestra opción frente a otras. Nuestra elección tiene que ir en función de nuestra estrategia como empresa. ¿Sabores tradicionales, evocadores o atrevidos? Sabores multicapa donde se comience con una sensación y se termine con otra diferente es un terreno que llevan tiempo explorando diferentes firmas del mercado.

No hay que olvidar el aroma. Este se nos grabará casi de forma indeleble en el cerebro y podemos creer que lo olvidamos hasta que lo volvemos a oler años después. ¿Conoces esa sensación? el aroma es una herramienta muy poderosa a la hora de diseñar un snack.

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