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¿Por qué cada vez se consumen menos chicles?

El chicle no está pasando por su mejor momento. Temas estéticos aparte, ir mascando chicle por la calle se está convirtiendo en un gesto cada vez menos habitual. Las nuevas generaciones (Millenials, Z y Alfas) no le encuentran la gracia a esta golosina y se decantan por otras opciones como las gominolas y caramelos blandos.

Si bien las ventas, a nivel mundial, crecieron un 5% en 2023 hasta los $16.000 millones, están todavía a un nivel de un 10% por debajo de… 2018 (datos de Euromonitor). Y todo pinta a que no va a mejorar para el chicle, prueba de ello es el gigante Mondelez International que decidió desprenderse en su totalidad del negocio de chicles en USA (uno de sus principales mercados), Canadá y Europa y vender sus principales marcas a Perfetti Van Melle con sede en Amsterdam. Hablo de marcas tan emblemáticas en su momento como Trident, Dentyne y Chiclets entre otras.

El chicle no es ajeno a la tendencia mundial de consumir productos con menos azúcar y con ingredientes lo más conocidos y naturales posibles. La lista de ingredientes de este producto es larga y con nombres prácticamente impronunciables. Incluso la versión «sin azúcar» contiene edulcorantes artificiales. Otro aspecto que no juega a favor es el residuo que genera. Además de su envase, el propio producto se deshecha por completo una vez ha perdido su sabor dejando un pegajoso desperdicio allí donde cae.

Pero quizá no esté todo perdido. Otro de los grandes del sector, Mars Inc. propietaria de la marca Orbit está tratando de reposicionar y relanzar el chicle como un producto funcional más allá del placer. Su estrategia pasa por el lanzamiento de toda una gama de chicles con efectos relajantes, con ingredientes para el bienestar mental o el chicle especial para gamers, un producto con té verde y vitamina B que mejora la concentración del jugador.

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