En la formulación de las nuevas bebidas funcionales o energéticas siempre tienen cabida ingredientes de lo más exótico o tecnológico. Pero, ¿Qué pasaría si el mejo ingrediente estuviera entre uno de los más abundantes y fáciles de conseguir del mundo? el hidrógeno.

El agua, ya sea de manantial o corriente, contiene átomos de hidrógeno pero yo te hablo de otra cosa, te hablo de inyectar directamente este elemento al agua de tal manera que haya moléculas adicionales de este elemento químico. Algo similar al agua con gas pero en lugar de dióxido de carbono, que es lo que contiene el agua con gas, contiene hidrógeno.

Y ¿Qué sentido tendría esto? existen estudios, todavía muy preliminares, que indican que estas moléculas adicionales de hidrógeno podrían tener un alto componente de funcionalidad con beneficios asociados para nuestro organismo. Investigaciones hasta ahora realizadas por el Dr. Nicholas Perricone indican que el consumo de este agua con hidrógeno mejoran la recuperación física, reducen la fatiga muscular, reduce el estrés oxidativo (el de los radicales libres), mejora el rendimiento deportivo, ayuda a controlar el peso y aporta mayor claridad mental. ¿Demasiado bueno para ser cierto?

Todavía es demasiado pronto para que veas en tu supermercado una botella de agua con hidrógeno y quizá no la veamos nunca ya que tecnológicamente todavía quedan retos por superar. Para empezar el hidrógeno atraviesa muy fácilmente el vidrio y el plástico por lo que sólo se puede introducir en latas de aluminio y no cualquier lata, sellada herméticamente. Nada de verterla en un vaso y beberla tranquilamente. Se tiene que beber del tirón antes de que desaparezca todo el hidrógeno ya que es muy volátil.