Elaborar bebidas con etiqueta limpia y que a su vez cuenten con una vida útil prolongada supone todo un reto para la industria. ¿Pero es un reto necesario? el término «Etiqueta Limpia» no está regulado legalmente y es confuso para el consumidor. Este desconoce lo que significa y atribuye la definición a una lista corta de ingredientes en su formulación cuando lo que realmente quiere decir es que su composición la forman ingredientes naturales. Ni aditivos ni conservantes artificiales. Y aquí entramos en otro dilema, ¿sabe distinguir el consumidor entre un ingrediente natural frente a otro artificial?

Los productos de etiqueta limpia tienen tracción. Cada vez son más demandados en pro de la salud y el bienestar. Pero la utilización de ingredientes naturales no siempre van acompañados de resultados deseados. Uno de ellos es la vida útil del producto y aquí es donde toca trabajar.

Ingredientes, procesamiento y envase son tres de los factores que influyen en este aspecto. El azúcar, totalmente demonizado hoy, es un excelente conservante y su procedencia natural. Su sustitución por endulzantes artificiales como el Xilitol o la sacarina podría conllevar a efectos adversos peores incluso que los del propio azúcar.

A nivel de procesamiento, el pasteurizado sigue siendo la gran opción pero comienzan a ganar terreno otro tipo de técnicas como son el HPP en el cual no se utiliza calor sino altas presiones hidrostáticas para la eliminación de patógenos y por tanto la prolongación de su vida útil. O la eliminación de bacterias por luz ultravioleta, método del cual ya he hablado en esta canal y que presenta numerosas ventajas respecto al pasteurizado clásico.

El packaging es otro de los elementos esenciales a la hora de conservar durante más tiempo nuestras bebidas. La lata es un envase ideal, protege de la luz solar y esta puede contener una atmósfera con gas inerte (nitrógeno) con el fin de evitar el oxígeno y que este oxide el líquido de su interior.

Innovación al servicio de la salud y la sostenibilidad.