¿Os habéis fijado la cantidad de crímenes que se están cometiendo contra el mejor dulce que se ha inventado nunca? el croissant. Primero llegaron sus rellenos pero la cosa se ha ido de madre.
Todo comenzó en Nueva York. Corría el año 2013, los ciudadanos de esta ciudad vieron por primera vez la creación de un joven pastelero francés de nombre Dominique Ansel. El cronut. Una especie de rosquilla elaborada con la masa del croissant. A partir de ahí, todo cambió. Los clientes hacían cola en la pastelería neoyorkina Daniel Daniel para hacerse con uno. Fue tal la fiebre que incluso se limitó la venta del número de unidades por persona.
El invento de este emigrante francés trascendió y cruzó fronteras. El resto ya es historia, pero podría haberse acabado ahí y nada más. Pero no, la pseudo innovación continuó y la cantidad de creaciones basadas en el croissant no ha hecho más que crecer desde entonces.
Hoy podemos ver en casi cualquier pastelería, panadería «engendros» de croissant con más o menos fortuna: El cruffin, un híbrido entre croissant y muffin (magdalena de toda la vida) cual Frankenstein inunda las RRSS y vuelve locos a las Generaciones (por qué letra vamos???).
Es cierto que estas láminas de mantequilla hojaldrada que forman el bollo dan mucho juego pero el nivel de desquiciamiento ya roza niveles de locura. ¿El último atentado contra el croissant? El croissant 2D, de forma completamente plana. Se prensa y se recubre de mantequilla y otros toppings. Importado directamente de Corea del Sur donde casi es cuestión de estado o el Le Crookie, un croissant lo más parecido a un culturista atiborrado de esteroides. Relleno de masa de galleta y que rebosa por ambos lados.