Lo que hace unos años era una elección casi exclusiva para deportistas o personas especialmente preocupadas por su peso hoy se han popularizado y son parte más o menos habitual de nuestro ocio y de nuestras decisiones de compra. Las bebidas sin o bajas en azúcar no sólo han llegado para quedarse, también le están comiendo terreno a las bebidas con azúcar de toda la vida.
GlobalData, empresa de investigación de mercados lleva desde 2014 estudiando este segmento de bebidas y constata que el consumo de este tipo de bebidas, especialmente entre los refrescos carbonatados y energéticas, ha aumentado un 2,6% hasta 2023 y seguirá haciéndolo hasta por lo menos 2028 donde podría llegar a aumentar hasta el 3%. Y el peso de este tipo de bebidas sobre el total podría llegar al 16% (en 2028) frente al 13% actual. Siendo Francia y España los principales mercados a nivel mundial de este tipo de productos.
Estos datos meten presión a la industria que se afana por buscar alternativas al azúcar y lanzar bebidas «más saludables» acordes a las demandas de sus consumidores. El reto es encontrar alternativas al azúcar con el mismo rendimiento y al mismo o incluso menor coste económico. Algo difícil a día de hoy.
Un 78% de los consumidores de este tipo de bebidas alegan que renuncian por completo a las versiones azucaradas de su refresco por razones de salud básicamente. Aunque este mismo porcentaje de consumidores tampoco están dispuestos a renunciar al sabor con el fin de acogerse a los supuestos beneficios de una bebida con menos o sin azúcar.