La lactoferrina es una proteína esencial presente en la leche de los mamíferos (la nuestra también) que proporciona beneficios a nivel de inmunidad, aparato digestivo, muscular… además de ser fijadora del hierro. Es un ingrediente prácticamente obligatorio y carísimo de las leches de fórmula infantiles. Se necesitan miles de litros de leche para la obtención de un solo Kg. y su proceso además no es nada sencillo. El precio de la lactoferrina alcanza en el mercado un precio de entre $700 – $2.000 el Kg.

Es por ello que la industria mundial hace tiempo que ha comenzado una frenética carrera para la obtención de lactoferrina de una forma más o menos sintética, en grandes cantidades y de una manera económica. Y la carrera está a punto de ganarla la multinacional Friesland Campina. La cooperativa láctea con sede en Países Bajos y que además de ser una de las mayores del mundo también es de las más innovadoras.

Mediante fermentación de precisión, la startup norteamericana Triplebar Bio ya es capaz de producir este valioso componente de la leche pero sin leche. Esto ha llamado poderosamente la atención de Friesland Campina que no ha tardado en asociarse de forma estratégica para llegar primero a la carrera de la producción de lactoferrina alternativa. Y aunque ya existen otras empresas con capacidad para su producción (TurtleTree o Novo Foodlabs) no cuentan con el músculo financiero ni la capacidad industrial con la que sí cuenta Friesland Campina.

La lactoferrina es una proteína muy difícil de replicar, primero por su cualidad antimicrobiana por lo que producirla en un ambiente microbiano controlado suena casi paradójico pero además cuenta con un patrón de glicosilación (adición de azúcar a una molécula) prácticamente único. Producirla de forma «natural» es difícil, hacerlo mediante fermentación de precisión es casi un milagro.