Ya me he pronunciado, en este medio, al respecto del sistema Nutri-Score. Un sistema que otorga una letra en función de la «calidad» del alimento según los propios parámetros de Nutri-Score. La puntuación va desde la E, en rojo para aquellos alimentos clasificados como menos saludables, hasta la A en un color verde oliva (curioso) para aquellos alimentos supuestamente más saludables. Este sistema es voluntario y no vinculante y sirve como mera información para el consumidor final. Sin embargo podemos encontrarnos cosas, tan a priori, poco comprensibles como una letra B en un refresco y una letra C en un jamón ibérico.
En el caso del aceite de oliva el sistema es mucho menos entendible para el consumidor final. No encontrarás ningún aceite en el mercado que tenga una letra A. Actualmente se le otorga la letra B a un aceite de oliva virgen extra. Pero esto no siempre fue así. Cuando nació el Nutri-Score, allá por el año 2017, el mismo aceite aparecía con la letra D. Y ¿esto por qué?
Nutri-Score evalúa al aceite de oliva como una grasa procesada. Esto es así. Y como tal debe consumirse de manera moderada. Si tenemos en cuenta el valor nutricional de cualquier alimento podemos ver que se tiene en cuenta la proporción de grasa por cada 100 gr. y este es el «algoritmo» por llamarlo de alguna manera que Nutri-Score utiliza para otorgar una letra u otra. Por tanto el AOVE sale perdiendo ya que no se tiene en cuenta la calidad de la grasa. Por otro lado el sistema sí tiene en cuenta que el aceite contiene tan sólo un ingrediente y aunque no es el sistema NOVA, que sí que tiene en cuenta el grado de procesamiento del alimento, entiende que su procesado es mínimo aunque existe.
¿Es importante para el sector del aceite conseguir una A? en términos comerciales y económicos probablemente SÍ. A efectos nutricionales y/o de salud no varía. El cliente conoce los beneficios y virtudes del producto y esto va más allá de un sistema de colores y letras.
